El río va a lo suyo,
corre precipitado y hasta se despeña
por alcanzar con prisas el Charcón.
Son caudales de otro tiempo,
cuando las mozas y las madres
restregaban la ropa al son de coplas
que repetía la radio hasta la afonía.
El agua es fuga constante
que salta o rodea las peñas,
según su intuición
y la celeridad o no de la medida.
Sobre las adelfas, sobre las rocas,
el soleado blanqueador
y el añil que le devuelve apresto y prestancia.
Los cánticos de la escuela
se quedaron varados en el Toledillo;
en el río la aventura, la agilidad y la improvisación,
y también la merienda,
y, de vez en cuando,
un chapuzón improvisado
a causa de un equilibrio inestable
que acabó en fracaso,
como tantas veces nos sucede.
Una imagen bonita y literaria
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Tracy
EliminarUn abrazo.
Caudales suspendidos en el tiempo, en la memoria del corazón.
ResponderEliminarUn abrazo 🌹
Para mí, Merche, representa al reinado de mi infancia, donde los recuerdos se hacen imperecederos.
EliminarUn abrazo.