Anestesia total. Un apagón general,
un paréntesis donde se acuna
y se remecen los latidos vitales.
Los instantes previos,
indecisión entre el recogimiento
y la huida, entre dejarse hacer
o cerrar los ojos para que todo pase de largo
con la prontitud de un relámpago.
Tarde. Demasiado tarde para renunciar
habiendo estampado la firma;
mejor una sonrisa forzada a la familia
tratando de borrar toda importancia
y un entornar los ojos a los facultativos
haciéndose uno entrega en sus manos.
Un murmullo profesional ininteligible
que se diluye sin entenderlo,
un visto y no visto. Dudas, incertidumbre
y una encomienda inacabada
hasta tener conciencia y titubear,
comenzando por dar gracias.
Abandonarse a la bendita técnica y profesionalidad.
ResponderEliminarSaludos
Como decía el otro, a fuerza ahorcan. Yo pasé varia veces por tales circunstancias. Gracias, Francesc.
EliminarUn abrazo.
A veces la vida se nos apaga de mil maneras, Francisco...Una enfermedad, una muerte cercana, una despedida...y hasta un apagón general, como ha ocurrido recientemente...Nada es en vano, todo tiene un orden y un sentido y a veces llegan los apagones para hacernos pensar a todos, que somos vulnerables y limitados.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable.
Muchas gracias por tu aportación y tu luz.
EliminarUn dulce abrazo.