Vientos del Este, la expansión belicista
asoma la patita con ambición insatisfecha.
Vientos del Oeste, la prepotencia encaramada
en un flequillo flamígero,
pretende incendiar los hielos del Polo
y romper la baraja del mercado
explosionando el globo de los aranceles.
Los amedrentados gallitos de la calma chicha
juegan de farol y sin cartas,
pero una mente preclara nos estimula
con ánimos desbordados
y nos aconseja un “kit” de supervivencia,
con el que ralentizar los últimos suspiros
entre las ruinas de lo inevitable.
La vida, lector, es un bien devaluado.
Malos vientos en el este y para el oeste, en el sur profundo siempre han sido malos o muy malos, pero pueden empeorar aún más.
ResponderEliminarSaludos
Miedo me da del futuro, Emilio. No por mí, que ya tengo un futuro imperfecto simple, sino por los nuestros, por nuestros descendientes.
EliminarUn abrazo.