Anoche llovió metralla,
relámpagos y truenos infernales;
llovió de forma continuada y exterminante.
Murieron muchos,
tanto que los números espantan;
desaparecieron algunos bajo los escombros.
¡Qué dolor! ¡Qué asfixia!
No hay luz, tampoco gas.
Ni se compra ni se vende;
no quedan géneros en los almacenes
y las alacenas son espacios con eco.
Los hospitales solo cuentan
con paños calientes,
balsámicos ante tanta estridencia.
Un resto de población subsiste
y vive como conejos en madrigueras;
mientras,
en los foros internacionales,
hablan de galgos y podencos
y el pueblo va siendo fagocitado
por la lava de la ambición ajena.
¡Adónde ir!
¡Qué maldición es esta!
¡Adónde ir!
¿Adonde ir?, uno ya no está en edad de ir a zonas de conflicto, ya estuve en una zona de bajo desarrollo en otro país, fue como educador y al menos sabias que no habia posibilidad de que te mataran salvo que una casa o escuela se te viniera encima, que podia ser. Hoy, a mi edad, prefiero estar tranquilo en casa.
ResponderEliminarUn abrazo.
La pregunta no es mía, sino de esa persona que anda entre los escombros, de los cientos y miles de personas que padecen la guerra en estos momentos históricos.
EliminarUn abrazo.
Es terriblemente doloroso e injusto lo que les están haciendo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Así es Sara, una calamidad absoluta en más de un punto de la tierra en este momento presente.
EliminarUn fuerte abrazo.
Francisco, tu solidaridad nos llega y la sentimos...Es difícil escribir sobre esta tragedia y duele hacerlo, pero no debemos olvidarnos de tanta gente que sufre la desesperación de perderlo todo, incluso a su familia...Terrible y dantesco...¿Hasta cuándo todo esto? Quizá hasta que los gobernantes pongan paz en su mente y su corazón y destierren los demonios, que los acosan continuamente, quizá entonces...
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz mes de julio, que ya está aquí.
La ambición por los bienes ajenos es muy superior a la dignidad de los dignatarios que tratan de manejar las vidas de aquellos que consideran inferiores, y la codicia por sus bienes o sus tierras. Esta lacra es muy antigua y no se ha movido un ápice.
EliminarUn abrazo entrañable.
Un poema triste como la triste realidad que vivimos.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana Francisco.
La mente del pudiente no se harta de hacer daño.
Un abrazo Francisco
Así es Carmen, una desgracia inmensa que no sabemos cuándo parará. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Tristísima situación que me duele mucho. Saludos
ResponderEliminarNo es posible justificar esta barbarie por mucho equilibrio verbal que traten de hacer para engañarnos. Es sin duda muy triste.
EliminarUn abrazo.
La guerra no la entenderé nunca, el ser humano es cruel cuando quiere, es irracional. Cuánto sufrimiento. Abrazo.
ResponderEliminarEs cierto, Lujan, no hay manera de aceptar este sufrimiento de tantos seres como están cayendo, víctimas de la ambición de terceros.
EliminarUn Abrazo.