Un proyecto va unido a su fin
como un convoy a una locomotora.
Algo así como el planteamiento
de un ejercicio matemático,
con sus interrogantes de apertura y cierre;
ese todo que busca lo desconocido
y se angustia de impaciencia,
o se sonríe ante el éxito que le espera.
No se emprende sin ilusión,
ni se formula, ni se hace equipaje,
si uno no tiene la certeza
de saber elegir el itinerario
y descubrir los vericuetos hasta llegar con éxito.
No se inicia un proyecto
sin los pasos intermedios
que llevan a la meta:
el verdadero cálculo
es el de evaluar la medida
de tus recursos y las fuerzas que te acompañan.
Alcanzado el objetivo, a por un nuevo empeño,
a proyectarnos de nuevo sin dejar de soñar.
Y si el proyecto se cae, se vuelve a intentar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Detrás de lo eficaz o de lo bello son muchos los esfuerzos hasta lograrlo.
EliminarUn abrazo.
Muy cierto lo que dicen tus versos...la vida sería puro aburrimiento si no tendríamos esa ilusión de tener un proyecto y trabajar en ello con la esperanza de lograrlo y la satisfacción de un trabajo hecho para comenzar otro con la misma ilusión. Saludos
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, Charo.
EliminarUn abrazo.
Estoy de acuerdo, con todo lo que dice. Sin entusiasmo, ningún proyecto. puede salir a flote.
ResponderEliminarFeliz fin de semana. Un abrazo.
Sin proyectos, duerme el presente y no existirá futuro.
EliminarUn abrazo.
Mientras estemos vivos, es imprescindible tener proyectos.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Tener proyectos es necesario , nos hace luchar por aquello que queremos mejore, siempre hay que tenerlos, nos hará sentir vivos
ResponderEliminarUn abrazo
Absolutamente, Stella.
EliminarUn abrazo.
Proyectos, nuestro motor de vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mil gracias, Sara, por tu comentario.
EliminarUn abrazo.