La Alameda es infinita de tu mano.
A cada paso, a cada sobresalto,
en cada pestaña de sus losas
un leve temblor narra en silencio
la aventura de ese crucero
en el que viajamos por aguas mansas.
Entono los ojos y canturrea tu pulso.
Tus latidos acusando recibo de los míos.
Yo callo. Tú callas, pero nuestro cuerpos
sobrenadan al interior del otro,
buceando por canales azules y alados
para atrincherarse en el corazón.
Conozco los secretos de tus adentros
llevado por el campanilleo de tu pulso.
No hay palabras. Nos miramos con una sonrisa.
No hay secretos. No hay taludes ocultos
que no seamos capaces de desvelar
en la intimidad del otro, y sin alardes.
Me miras y suspiras. Te miro y suspiro.
Tu mano. Mi mano. El navegador
que desentraña los recovecos íntimos,
el descifrado de cada pulsión o caricia.
La voz silente de tu interior profundo
comunicándose a gritos conmigo.
Son muchos años, conoces cada poro de su piel, incluso lo que piensa antes de decirlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Emilio, también tú podrías tener esas mismas sensaciones.
EliminarUn abrazo.
Francisco, tu poema nos muestra esa perfecta sincronía de cuerpo y alma en una relación...Digamos que vais trazando ese camino entrañable, compartido y eterno, amigo...Una preciosidad para enmarcar.
ResponderEliminarTambién tú con tus poemas vas trazando a mano alzada "Tu grito y alba". Cada cual crea y recrea su propia realidad con sus propia mente.
Mi abrazo entrañable y feliz semana, Francisco.
No había caído en esto que apuntas, María Jesús, pero es cierto que a lo largo de los días, y con o que escribe, uno se va trasparentando en su modo de sentir.
EliminarUn fuerte y entrañable abrazo.
Que preciosidad de poema que refleja con total sinceridad esa vivencia tuya con tu pareja y que resulta maravilloso. Saludos
ResponderEliminarCharo, caminamos hacia 52 años de matrimonio, así es que sobran más explicaciones.
EliminarUn abrazo.
Pero qué bonito lo que has escrito, mi querido poeta, me parece de lo más bello, salido del alma.
ResponderEliminarEsa mirada, ese suspiro, la mano, la voz interior. No hay secretos cuando se ama tanto y los corazones laten al unísono. Enlazados, caminando de la vida. Día a día. Es maravilloso.
Me ha encantado.
Un abrazo enorme.
Muchísimas gracias, María, por la emoción que has puesto en tu respuesta.
EliminarUn abrazo.