A mi amiga Larysa Chesnokova
El ánima vomita fuego
y el retroceso desajusta
la parábola diseñada por estrellas
y galones.
El alma. Pobre ánima,
no encuentra consuelo.
Las órdenes son de aniquilar,
de saltar por los aires
todo atisbo de vida:
el hambre y los hospitales
desabastecidos
o cubiertos de escombros
harán el resto.
No hay piedad. No la hay.
La industria armamentística
no puede parar de vender,
y los patrioteros entran al trapo.
Y enarbolan banderas al viento.
Y muertes masivas al hoyo.
Y almas que no hayan consuelo.
El ánima vence al alma,
pero no convence.
Los patrioteros entran al trapo y tratan de convencer la mentira.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué jartura, Emelio Manuel!
EliminarUn abrazo.
Triste poema amigo...malditas guerras y malditos quienes las provocan. Saludos
ResponderEliminarEsta es la realidad de la vida, lo que está pasando y muchos no quieren ver, sino que nos entretienen con los juegos de banderitas.
EliminarUn abrazo.
Y no pararan y no se le ve el final. Un abrazo
ResponderEliminarLarysa es una refugiada ucraniana. Ella aquí con sus hijas malviviendo de la caridad y su marido allá no sabe por cuánto o hasta cuando.
EliminarUn abrazo, Chelo
Una pena, unos y otros sufriendo mientras los negocios y las armas siguen adelante, sin pausa, ni consuelo...No hay negociaciones de paz por ningún lado, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y mi ánimo.