Silencio. Clorofila que fluye,
que despierta en el sopor de la calma
y crepita al otro lado de la presencia.
El cóctel de tierra y agua
se hace manjar oculto
en los fogones del subsuelo
y asciende por los capilares
con órdenes sigilosas y secretas.
En el naranjo es copo estrellado
y en el manzano esferas verdes
que acaban amarilleando o enrojeciendo;
oculta bajo tierra engorda la cebolleta,
el puerro, el ajo y el tubérculo;
sobre ella verdea la col y colorea el tomate,
mientras la vid es un arracimado final de verano
con el dulzor moscatel de la excelencia.
Silencio abnegado. Sigilo productivo.
Industria silenciosa y sin horario
que siempre marcha de frente
dando lo mejor de si: suculentos gajos.
No estoy para huertos, a mi se me mueren hasta las macetas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso va a ser porque eres hombre de ciudad. Pero al menos te agradará ver los campos hermosear.
EliminarUn abrazo.
Ahí está la naturaleza, la industria más silenciosa, entregada y generosa, sin pedir nada a cambio...Hermoso homenaje a esa huerta, Francisco.
ResponderEliminarAcertadas metáforas en la primera y última estrofa...Mi felicitación, poeta.
Mi abrazo entrañable y feliz semana.
En mi memoria está el mimoso huerto de mi abuelo, luego de mi padre, que tanto lo he saboreado. Gracias, María Jesús, mil gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo
Qué hermosos los huertos, acá yo tengo uno chiquito. En el campo mi abuelo y mi padre. Da tanta felicidad ver nacer los brotes. Un abrazo querido amigo.
ResponderEliminarEs cierto, Lujar, ver esos brotes es como mágico. Recuerdo ver a mi abuelo injertando con mucho mimo y cómo luego prendía y se convertía en una hermosa rama o en una copa de árbol.
EliminarUn abrazo.
Que importancia tienen estos huertos para la humanidad y que poco valoramos el esfuerzo y trabajo de los agricultores. Saludos
ResponderEliminarEn mi entorno infantil, cuando apenas había nada, el huerto era la despensa de cada hogar.
EliminarUn abrazo.