Cuando observas mi mirada perdida,
cuando mis ojos en vez de luz
destilan opacidad y extravío,
cuando el dolor me atraviesa el costado,
entonces te aplicas toda tú,
y es cuando alargas tus manos,
las haces fuertes, dúctiles y mullidas
para buscar el punto doloroso
en mi espalda y aplicar tu tacto
como cera que se funde y perfuma.
Y la frotas con mucho más ahínco
que acertada sabiduría o destreza,
pero tu voluntad me araña el alma
y me ayuda a vislumbrar el paraíso.
A veces son maniobras dolorosas,
pero llenas de amor y buen propósito.
Y levantas mi ánimo, y me alivias,
y me rescatas de la postración,
y sobrevuela tu deseo en cada gesto,
en cada esfuerzo, en cada manipulación,
y me siento dichoso y afortunado,
y doy gracias a Dios por mis padecimientos,
y
me siento aliviado y acomodado.
Cuando alargas sobre mí tus manos
es como si un ángel celestial
extendiera sus alas para subir al cielo
y subirme en volandas al rescate.
En tu poema se refleja lo bien que te cuida tu esposa y eso es una fuente de dicha, seguro que a ella le he encantado tu poema. Saludos
ResponderEliminarElla está siempre, Charo, también cuando no la menciono.
EliminarUn abrazo.
Great blog
ResponderEliminarThank you so much.
EliminarEres muy afortunado!!!
ResponderEliminarDos abrazos, uno para ella, lleno de cariño y admiración.
Sin la menor duda es así, Sara.
EliminarUn doble abrazo.
Mientras te leía, pensaba en las muchas veces que despierto y mirando hacia arriba, converso con mi esposo y le pido que el día sea bueno y tranquilo y cuando me voy a dormir, le pido que se aparezca en sueños...y sigo contándole mis cosas como siempre lo hacía porque solo así me siento aliviada....como has escrito...son maniobras dolorosas pero llenas de amor..bsss...hermosas letras
ResponderEliminarQue él te asista por siempre desde el cielo y te sientas muy acompañada.
EliminarUn abrazo.