Ayer maté a un amigo
con nocturnidad y alevosía,
en circunstancias que no
podía defenderse.
Me manché todo,
pero no vi correr la sangre
y seguro que aún debe ser
un reguero incesante
que se extiende como mancha
de aceite.
Todo comenzó como un juego
macabro
que se me fue yendo de las
manos
hasta dejarle las entrañas
al aire.
No rechistó.
No pudo o no quiso
escucharme;
lo cierto es que puse todo
mi empeño
en rematarle y bien que a
ello me apliqué.
Ayer, en su ausencia,
difamé a un amigo
con intención de rematarlo
para siempre.
Hoy soy yo quien se siente
herido de muerte.
¿Remordimientos?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Emilio, remordimiento propio y ajeno por la ligereza que solemos juzgar y hasta condenar al otro con la lengua.
EliminarUn abrazo.
A veces puede ocurrir. Pero si hay remordimientos, es buena señal. Un día tonto lo tiene cualquiera. Y en estos tiempos es fácil la crispación.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
El problema es que una vez lanzada la piedra...
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Lc. 23,34
ResponderEliminarSí, pero para ello hace falta dar el primer paso.
EliminarUn abrazo.
Excelente descripción, es tan nociva, que hiere a quien se dirige y destruye también a quien la genera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo.
Efectivamente, es una bala de doble trayectoria, Sara.
EliminarUn abrazo.
Puede que estuviera dolido por algo que te hiciera y tan sólo pretendías desahogarte.
ResponderEliminarAhora cuando ves las cosas friamente, no le das tanta importancia y valoras sobretodo los largos años de amistad.
Mi lema es no hablar en caliente, porque temo arrepentirme de decir algo inconveniente en un momento de alteración.
Besos
Me parece muy prudente tu actitud, Antonia. En caliente salen los exabruptos y es mejor contenerse y meditar ese impulso.
EliminarBesos.
Había una peli que se llamaba "Yo confieso"
ResponderEliminarEfectivamente, pero si no recuerdo mal, en esa película se trata del secreto de confesión.
EliminarUn abrazo.
El remordimiento mata. Profundo poema amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarPor eso es tan conveniente atemperar y no dejarse llevar por impulsos. las palabras, una vez lanzadas, ya no se pueden recoger.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Todos en algún momento nos crispamos y lanzamos balas por nuestras bocas. Lo importante es no contestar en caliente, porque una vez el daño está hecho, es difícil dar marcha atrás.
ResponderEliminarAbrazos
Lo leí en Facebook y ya dije que la difamación me parecía horrible ya que puede hundirle la vida a la persona difamada.Saludos
ResponderEliminarHola Francisco. La verdad que a veces deparamos balas que no matan pero dejan una herida dañina. Tenemos que tener mucho cuidado cuando decimos algo de una persona y sobre todo si se lo decimos a la persona. Hay que pensar que lo que no queremos que nos suceda a nosotros intentar no hacérselo a nadie.
ResponderEliminarAbrazos
A veces tu, a veces yo. Es el juego de la vida y aunque a uno no le guste jugarlo el Ser Humano cae en el error de entrar en la partida. Abrazo
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