Dos tramos de
escalera
y accedemos al
mundo de lo aplazado,
allá donde duermen
las cosas inútiles
y otras que suben o
bajan
al socaire de las
estaciones.
Hay un ventilador
en el cangilón opuesto
a un calefactor
eléctrico;
así, uno hace
banquillo
mientras el otro da
los frutos apetecidos.
Hay un bolso enorme
con adornos de Navidad,
pero con los años uno
se cansa
y hasta llega a
preguntarse
si no será más
coherente un nacer continuo.
Hay una caja de cartón,
el embalaje
de un
electrodoméstico que ya dejó de funcionar
y hasta tuvo en su tiempo
sustituto.
Hay un surtido de
cables
de vaya usted a
saber qué aparatos,
pero que siguen
durmiendo la espera
de una utilidad
largamente aplazada.
Hay dos enormes
maletas
de una o más
generaciones anteriores
a los trolley, mientras las fuerzas
se fueron escapando
por el desagüe de los días.
Hay un colchón de
un cuerpo,
pero ¡quién sabe
qué cuerpo!
Hay una caja de
zapatos
con bombillas
incandescentes,
que fueron
sustituidas por modernos leds
y ahora no sabe uno
qué hacer
con tanto potencial
en kilovatios.
Dos tramos de
escalera más arriba
hay un mundo
aplazado, como suspenso;
aunque, tal vez, el
suspenso
sea lo que merece
guardar con celo
tanta cosa
aplazada.
Todos sabemos que lo que hay en el trastero es muy posible que, salvo alguna cosa, no lo volveremos a usar en nuestra vida; pero la sombra de Diógenes la llevamos todos encima.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Has puesto el dedo en la llaga, Cayetano, pero algo más que la sombra. mucho más que eso, aunque no lo reconozcamos.
EliminarUn abrazo.
Tengo una cochera en donde, además del coche, guardo todo lo que expulsamos de la casa, allí tengo camas de las niñas, ellas echaron a volar en su día, tengo los libros y trabajos de las dos carreras, ocupan un buen espacio y no se porqué lo guardo solo acumulan polvo, tengo las maletas de los viajes, ¡¡ah!!y cajas llenas de libros, ya comenté en su día que me dijeron, los libros o yo tenían que salir de casa, el espacio obligaba, está claro, los libros y hay muchos pese a que he dado algunos, todo esto es lo que hay en mi cochera-trastero, siempre, cuando cogemos el coche, decimos ¿cuando vamos a hacer limpieza?, seguramente la limpieza la hagan nuestras hijas cuando ya no estemos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tan solo me resistiría a los libros, el resto de las cosas son reemplazables.
EliminarUn abrazo.
Buen repaso al cuarto trastero,con todas las cosas que se van acumulando.
ResponderEliminarDe vez en cuando hay que poner orden en él y tirar lo inservible.
Besos
Lo inservible es la mayoría de las cosas que guardamos y con un afecto que el tiempo se ocupa de diluir o afirmar.
EliminarBesos.
Los trasteros siempre son inspiradores de buenos versos ...además de albergar nuestro " síndrome de Diogenes" particular.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, Chelo, el riesgo del síndrome está asechando en el trastero.
EliminarUn abrazo.
Ahí va quedando el pasado, que dejó de utilizarse, porque lo verdaderamente importante son los sentimientos. Es bueno mirar el trastero de vez en cuando y darnos cuenta de que lo material se va quedando en el olvido...Ahora en esta pandemia vamos ordenando prioridades, Francisco.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu clara profundidad, amigo.
Cada vez que echemos una mirada al trastero encontraremos cosas inservibles e incluso muchas que ni sospechábamos que estuvieran allí. Gracias, María Jesús.
EliminarUn abrazo.
Has descrito a la perfección mi trastero aunque seguro que yo tengo muchos más trastos. Llevo tiempo diciendo que tengo que tirar cosas pero cuando voy y lo veo me digo "mejor otro día que hay mucho trabajo y ahora tengo otras cosas que hcer".....y la verdad es la pereza la culpable.Saludos
ResponderEliminarEs que no somos muy diferentes, Charo. Tenemos en común más cosas de las que imaginamos y el trastero es una buena balanza para ello.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Se van guardando cosas que piensas que pueden valer y
ResponderEliminarla verdad que al final nunca más se usa.
Mi trastero tiene también montones de cajas y teléfonos viejos. El primer ordenador que usamos que era con un radio cassett.
Menos mal que ahí no pide pan. Ya no guardamos nada va al punto limpio.
Abrazos
Esa es una buena solución, Isa, mandar los trastos a un punto limpio. Por suerte, cerca de casa tenemos uno para pilas, radiografías, material eléctrico o electrónico... Ahora no guardo nada de esas cosas.
EliminarUn abrazo.
:) Bendita es y siga siendo tu brillantez, poeta.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ohhh, Sara, grande es tu bondad para conmigo! Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Qué difícil hacer poesía de algo tandesastroso como untratero. Pero tú lo haces y bellamente.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy, por tu generosidad para conmigo.
EliminarUn abrazo.
Qué maravilla amigo, encontrar poesía y pensamientos en todo, especialmente en el altillo que en mi caso es un "bajo la escalera". Similitudes en cualquier casa que se precie. Un abrazo
ResponderEliminarEsto demuestra que no somos tan originales, Rosa María, sino que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.
EliminarUn abrazo.
Un trastero lleno de recuerdos. Saludos amigo Francisco,
ResponderEliminarSin dudas ese es el motivo que nos impulsa a guardar cosas inservibles, Sandra.
EliminarUn abrazo.