Yo tengo el reloj del sueño
con el sol sincronizado:
al anochecer me duermo
y con el alba despierto
tan pancho y alborozado.
Más que en la capacidad
física, ─que también─
es el gusto quien delata
la edad que ahora acumulo,
pues sin ningún disimulo
cuando el joven se acicala
ya tengo puesto el pijama
y entre sábanas me envuelvo;
así, cuando él sale, yo
duermo,
y regresa en mi vigilia
y se enfada si pregunto:
¿traes el desayuno puesto?
El piensa en bicarbonato,
pues son tales aparatos
los que siente en su barriga
que no admite que le diga
ninguna contrariedad.
Y así pasamos los días:
yo camino con el sol
y él lo hace con la luna;
el se pierde el esplendor
y yo pierdo la porfía,
pues dicen que sabe el viejo
más por viejo que por sabio
y el joven es solo espejo
de los pasos que él camina:
ahora lo hace de noche
o más bien de madrugada,
pero llegará la hora
─a todos nos ha pasado─
que se les cambien las
tornas,
y aunque ya no pueda verlo
será su arrullo la noche,
pues la juventud se pasa
y se limita el derroche.
Un desajuste de horarios
que el tiempo va compensando:
el viejo camina al hoyo
y el joven va madrugando.
A nuestra edad, que lo mismo da 4 que 24, el mes, el día y la hora, tiene poca importancia, nuestro horario lo marcan los medicamentos que tomamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ja, ja, ja... Creo que tienes razón, Emilio, es cosa de las pastillas.
EliminarUn abrazo.
Tic tac tic tac tic tac... Tienes un reloj que funciona con octosílabos la mar de bien.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Hoy me ha salido la copla. Es lo que hay, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Buen poema. Felicitaciones.
ResponderEliminarFrancesc Cornadó
Moltes graçies, Francesc.
EliminarUna abraçada.
Magnífico poema, te felicito. Nunca podré entender cómo se puede salir de casa pasadas las 12 de la noche y estar en danza hasta que se hace de día, con sólo pensarlo ya siento fatiga.En mi época de juventud no hacíamos eso y sin embargo no recuerdo haberme aburrido nunca y la hora de llegada a casa eran las 10 de la noche, ni un minuto más tarde pero había tiempo para todo hasta esa hora.Saludos
ResponderEliminarQué verdad que los tiempos cambian que es una barbaridad. Pertenecemos a otra época, Charo.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Muy bueno el poema y con rima.
ResponderEliminarAsí es la vida, cuando unos van, otros ya vuelven de vuelta. Que bonita la juventud aunque ahora no lo tengan nada bien.
Abrazos
Somos como cangilones de una noria: unos arriba y otros abajo.
EliminarUn abrazo.
Si, Francisco. La juventud va al revés del sol, pero ya han comenzado las clases y tienen que madrugar. Mi hijo el de Australia se levanta a las 5 de la mañana cuando sale el sol y le da tiempo de todo. Tu poema se lee de un tirón con el ritmo que le has dado y tiene su chispa de humor.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu creatividad genuina y variada.
Mi abrazo y feliz domingo, amigo.
Aunque soy muy cansino y tan seguido como un pasodoble, pretendo no cansar. Gracias, María Jesús, por tu lectura y comentario.
EliminarUn abrazo.
Pues yo seguramente soy mayor que tú y mis horarios se acercan más a los del joven que a los tuyos. Me acuesto tarde, aunque como los viejos dormimos poco, también me levanto temprano. Quizá no veo amanecer, pero casi...
ResponderEliminar"Entre yo y mi hermano, poco nos llevamos", dice el pueblo. La verdad es que trasnochar me costó mucho hasta de joven.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado, jajajaja, aunque yo debo ser la excepción que confirma la regla porque soy trasnochadora a tope ?????
ResponderEliminarSin dudas tú eres un ser especial, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Cuánto me ha gustado Francisco. Perfecto en versos y fondo. Me lo llevo, gracias. Besos
ResponderEliminarGracias a ti por el rapto que anuncias, Rosa María.
EliminarBesos.
jajaja... tu imaginación se manifiesta hasta en las respuestas. Gracias
ResponderEliminarJajajajaja... Rosa María, Rosa María, si tú me quisiera qué feliz sería... (cantaba Camarón)
EliminarGracias , gracias.