A
Gorka y Adriana
El
verde aciculado de los pinos,
el
aceituno verde del olivo
y
el marchito verde del castaño
en
contraste con la piedra caliza;
así
es Juanar,
un
paraíso en la cúspide
que
no se jacta, aunque se mira a sí mismo
y
se aromatiza con romero y juncia;
y
allá, en la cima,
el
testimonio que certifica la leyenda en hierro forjado.
A
la sombra, mientras se reponen fuerzas,
el
cantueso penetra por las fosas nasales
con
la urgencia de hacerse notar
y
forzar un suspiro.
De
repente, un tropel
que
sale de los insospechado
para
ocultarse de nuevo a gran velocidad en el bosque,
una
pequeña piara de cabra hispánica,
y
en el risco el macho alfa
oteando
la seguridad de los suyos.
En
tamaña soledad, la vida en plenitud y grandeza,
la
naturaleza argumentando
su rica y variada existencia.
Poema churruco con Parador Nacional.
ResponderEliminarEfectivamente, ese es el segundo gentilicio; el primero ojeneto.
EliminarUn abrazo.
Que me sé de uno que de este bello lugar
ResponderEliminarguarda gratos recuerdos de infancia y pubertad.
(Juanar: sitio poblado de Juanas)
Parece una fortaleza blanca rodeada de verdor.
(Perdona la corrección, pero es que así queda mejor)
Un abrazo.
Y ese uno, Cayetano, vuelve cada año, aunque ahora en coche hasta donde se puede.
EliminarUn abrazo.