Que el orfebre imite a la
Naturaleza
y talle la flor más delicada
y sutil que haya visto jamás
para adornar tu mesa, oh,
Deméter;
que trabaje con mimo el oro
y la plata;
que con delicados escrúpulos
manipule el ámbar y el
cristal,
como un dios menor que imita
y enriquece lo creado
para rendirte culto y
pleitesía.
Verdaderas joya para una
diosa, o h Deméter,
si bien carentes de aromas;
ordena que bañen sus tallos
con delicados perfumes
como ninguna flor natural
tuvo similar fragancia;
pero que la mano del jardinero
no blasfeme
para engalanar tus estancias
con tal de ganar tu gracia dando
tajos y segando vidas.
Las verdaderas joyas se encuentran en la naturaleza. Desconfíe de las burdas imitaciones.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
El Profesor Gea siempre tiene razón.
EliminarUn abrazo.
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ResponderEliminarSaludos efusivos, Merche.
EliminarMe gusta esta serie de poemas sobre la naturaleza que nos está dejando a hora. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro mucho que así sea, Chelo. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.