La mesa, un mantel que cubre
y cuelga holgado por todos los lados,
que acoge a su alrededor:
sillas, cubiertos, platos, servilletas…
La vida, el pan y la sal, los nutrientes
debidamente cocinados u horneados;
agua, tal vez vino, gesto amable,
sonrisa que se repite a cada comensal.
La mesa, un artilugio casero
donde la comida, sabe a hogar,
se reparte en raciones ponderadas;
se parte y se comparte el mismo pan,
la fruición de estar unidos y alegres,
el alimento que junta y no disgrega:
la fruición de la vida en común.
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