05 octubre 2025

BANCAL DE NARANJOS

 




Reverdecido, terso, enmarañado y tierno,

el naranjo suspende sus bolas verdes

a la espera de su fiesta temprana,

y allá en el recuerdo,

el oro de su fruto como joya en la mesa.


En la tarde otoñal, cercana la espera,

cuando todo se hace opaco a la mirada,

el campanilleo transformador

y anaranjado

arracimado en la abundancia,

es silencio donde solo la brisa

ofrece el contrapunto

y evoca el recuerdo del ágape inminente.


Flota en la tarde un gozo luminoso,

una intuición que se adelanta

a llenar la cesta con la apetencia,

a satisfacer el gusto con la mirada,

con la ambición de lo insuficiente;

mientras el aroma a cítrico

invade las pituitarias

y el deseo es bacanal en boca

que se degusta en la memoria

y en cercanía.

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