Una tarde de otoño
con todos los mimbres del verano,
una prórroga cansina y sudorosa
que difícilmente complace;
un sol abrasador
que ha errado su camino
haciendo horas extras
y se expande por dominios ajenos,
posiblemente sin licencia
o suplantando la personalidad
que no le corresponde.
Algunos lo siguen negando,
pero los hechos confirman
que es el clima el que anda
por sus fueros,
entre estridencias hasta ahora desconocidas.
Si acaso examinamos los rincones
de la frágil memoria;
tal vez, mejor aún,
si buscamos con rigor en las hemerotecas,
concluiremos que atravesamos
un presente inaudito
que sin la menor duda
nos ha de llevar
a un lugar hasta ahora desconocido.
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