Como la piedra terca, dura,
insignificante y falta de valor,
como guijarro de pastor,
-uno más entre la abundancia-
que es lanzado y no desaparece
sino que se oculta entre la maleza,
como canto lanzado al mar
que antes de ocultarse rebota
y va dejando círculos concéntricos
como acuse de recibo de su presencia.
Con la misma terquedad
de un pedrusco en el camino,
sobre el que tropezaron incontables veces;
así de tenaz es mi obcecación contigo,
pero más allá de la cabezonería,
es amor y solo amor
lo que me mueve, me conmueve y siento.
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