Apareces nítida, íntegra, total
en la nebulosa de mis días
con la jovialidad de antaño,
con la frescura de la solidez
de nuestro ayer,
la víspera del descenso
en el que ojalá nos sigamos recordando
y reconociendo.
Tú eras brisa en las ramas de mis brazos,
eras soplo fresco y eras renovación;
eras sonrisa, eras sortilegio…
Yo… Apenas soy recuerdos,
sensaciones arraigadas,
capas de barniz superpuestas
que oculta las vetas de la madera.
El paso del tiempo es obstáculo ligero,
no tan sólido como un derribo.
Tú y yo, ambos dos
en la estática estética de ayer
y confirmando la promesa suscrita,
esa que hoy es nebulosa
apenas prendida en el alfiler de la memoria.
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