El tiempo y el espacio,
los corresponsables del ritmo de la vida,
de lo inmemorial que se hace presencia
cuando menos se le espera
y nos sacude el alma
en los anaqueles de lo vivido,
y de lo novedoso,
que, aunque repetitivo, tiene su música
y un cierto poso de sabiduría
que a veces pasa inadvertida
por el desfiladero del calendario.
Hoy me duele, como en otras ocasiones,
lo malgastado,
el despilfarro ocioso de la indolencia;
aunque en otros momentos
es el cansancio el que se agota
en el esfuerzo banal de la inoperancia
y vuelve, un día más,
a discutir entre lo activo y lo pasivo,
entre la abulia del dejarse ir
y el acicate de lo innovador.
Y así, un día y otro,
sumido en el proceso.
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