24 octubre 2025

SENCILLEZ NO EQUIVALE A BANALIDAD

 




Agáchate, toca la tierra, estruja, huela;

si la cribas entre tus dedos

vas a sentir el poder transformador

de aquello que serán frutos;

palpa también la piedra,

advierte el cambio de densidad,

comparándola con el fluido del agua;

haz lo mismos con la hierba

y con el pasto seco,

con la brisa que arrellana la maleza,

con la rama caída y con algunas de sus hojas:

la sencillez vive al otro lado de la trivialidad.


Mediocres pueden ser nuestros pensamientos

y nuestras actitudes con el otro,

pero no así los frutos

ni tampoco los componentes de la naturaleza,

ni la compleja artesanía del labriego;

la mediocridad florece

cuando se aspira a alcanzar la excelencia,

no en el trato humilde con el campesino,

con el herrero, con el alfarero,

con el carpintero o con el artesano.


Lo único que puede dar esplendor a la vida

es la sencillez en el trato humano,

la relación cordial con lo que nos rodea,

no la banalidad de subir a un peldaño

desde el que mirar al otro hacia abajo

y respirar ufanía, esa barrera que aísla

y acabará por dejarte solo y sin referencias.

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