No acierto. Dudo y la duda
me cubre como nube parda
que oculta el sol, me cohíbe
y hace que anochezca en pleno día.
No sé con qué nombre inscribirte
en el registro de mis emociones,
si con la campanilla de luz
que anuncia el nuevo día
o con el relámpago que me hace temblar
y cerrar los ojos de miedo.
Detrás de ese arrebato,
una emoción incontenible,
un degustar el miedo o el sobresalto
sin parangón posible.
Sigo sin saber con qué nombre llamarte,
pero estoy seguro que el caos
sería desvincularme de tu pertenencia.
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