Todavía es luz esquiva
y juega a trompicones
con los vértices de las sombras.
¿Cómo ponerle nombre al vacío?
¿Cómo desalojar lo arrellanado
con la tibieza y el retraso
que causa en mí tanta amenaza?
Hay previstas y anunciadas
lluvias muy intensas,
de esas a las que le ponen apellido
el hombre y la mujer del tiempo.
En mi mente una vieja lección:
tiempo y espacio que se relacionan,
una velocidad que presumiblemente
ha de torturar y no será aconsejable;
en tan amarga indecisión de la espera,
mientras el reloj sigue su marcha cansina
voy desbaratando fórmulas.
Y aquí sigo,
con esta apatía que me aplana e invalida,
sin saber si salir o quedarme a resguardo.
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