La mesa, un mantel que cubre
y cuelga holgado por todos los lados,
que acoge a su alrededor:
sillas, cubiertos, platos, servilletas…
La vida, el pan y la sal, los nutrientes
debidamente cocinados u horneados;
agua, tal vez vino, gesto amable,
sonrisa que se repite a cada comensal.
La mesa, un artilugio casero
donde la comida, sabe a hogar,
se reparte en raciones ponderadas;
se parte y se comparte el mismo pan,
la fruición de estar unidos y alegres,
el alimento que junta y no disgrega:
la fruición de la vida en común.

Bendita mesa, generosa e incansable, que nos sigue dando vida...Es importante agradecerle y valorar su gran servicio...En torno a ella está la unidad familiar...Bello y agradecido poema.
ResponderEliminarMi abrazo siempre, amigo poeta.
Tenemos que estar agradecidos a esos elementos que nos rodean y que nos facilita momentos de felicidad. Un abrazo.
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