Agárrate fuerte. No te sueltes,
sigamos encuadernados
al lomo de la vida,
tú y yo,
la unidad decidida antaño
como páginas inseparables
de una misma historia.
Mira, fíjate, mis dedos
son los sépalos que cobijan
y envuelven con mimo
la corola de los tuyos.
Ahora que atardece,
ahora que el brillo de tu mirada
no es el destello cegador
y que mi cuerpo
reclama un tercer apoyo,
tengamos la certeza
de seguir escribiendo
estas páginas irrepetibles de hoy
con letras más o menos fluida,
en tanto sigue con carga
la tinta de nuestro ser.
Vivamos este presente,
este otoño apacible y dulce
sin volver la vista atrás,
sino fijos en la infinitud
a la que nos encaminamos.
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