Tengo algún salidero
por el que se me escapa
abundantemente la memoria,
pero no sé cómo ponerle freno,
ni en qué lugar preciso
o con qué medios taponar
para impedir la pérdida.
Dicen que lo peligroso
es no tener conciencia de ello,
pro abro el libro de mis días
y son muy numerosas
las páginas en blanco.
Con el tiempo me veo inmaculado,
tabla rasa que parte de cero
o de un existir desteñido
que niega la existencia misma.
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