13 agosto 2025

DÍAS A LOS AÑOS

 




Nací con el mar

asomado a mi ventana.

Desde la cuna no oía

el cántico melodioso de las olas,

ni el silbido del viento,

ni el relax de su reposo.

De acunarme

-en especial en sus brazos-

ya se ocupaba mi abuela Ana.

Crecí con la mirada

puesta en el horizonte,

y sin dejar de soñar.

Había sido inducido por mi padre,

como quien fantasea un más allá

indefinido

que no cabía en la mirada.

Hasta entonces todo era una incógnita,

-como suele suceder-

en una vida recién alumbrada.

Me fui subiendo

en las oportunidades que surgían

y de trompicón en trompicón,

este mar confuso o diáfano,

esta suma de acontecimientos

en los que me fui desplazando,

iba sumando días a los años.

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