La soledad es un espejo
que no devuelve la mirada
y deja su huella huera
como callo reblandecido
que doblega
y duele hasta el extremo.
Es una voz no articulada
que no espera respuesta
y ni siquiera conmueve
o alerta.
Es despertar en el desierto
y sentir frío,
temblores en la arena ardiente,
desangelada angustia
que enturbia la mente
y restalla en el corazón.
Es mirarse la mano
al extremo del brazo
y sentir un desplome del alma
al vacío.
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