Quiero gritar.
Quiero gritar hasta enronquecer,
hasta que se pare el sol
y pare también desquiciado el día.
Que no,
que no se sucedan los días
sin que maldigamos todos
al ultrajante genocidio de los tiranos
en diversos focos de la tierra.
No es. No es humano,
es demoníaco lo que sucede
en Gaza, en Ucrania,
en Siria, Sudán, Congo, Somalia, Etiopía…
Alguien se ha dejado abierta
las puertas del Averno
y antes o después
acabarán con todos nosotros.
¿Qué ambición encubierta nos envuelve
en silente complicidad?
¡A las calles!
¡A gritar, a gritar a las calles
hasta que se desgañiten
jóvenes, mayores y ancianos!
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