Y todo este fluir hasta la playa
para morir agónico
antes de divisar las arenas
o escuchar los acordes salobres
de las olas,
para entregarse mansamente.
Primero fue surcar las hazas
y luego, sepultado
por la especulativa construcción,
hasta perder el nombre
y también el rastro entre callejas.
Así como el paisaje natural,
las personas, y también las ideas,
soterradas por las ambición de la vida,
desecado y deglutido
Arroyo Primero.
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