Como carta de presentación,
una sonrisa,
un lago cristalino y jovial
que atraviesa todos sus dominios,
un bosquejo idealizado
que ha tomado vida
y vida agitada
desde las dos aceitunas negras
con las que alumbra e ilumina.
Labios que pronuncian retahílas
encadenadas a la retranca
y la gracia
que le da estructura a todo su ser.
Huesos, carnes ligeras y agitadas,
un surco por la senda que pasa,
nunca inadvertida.
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