17 agosto 2025

FÁBULA

 




Hermoso como una cascada,

como un cauce sobreabundante

a punto de desbordarse.

Sobre la superficie, espumaban

la gula y las ansias por entregarse

en brazos de otro río o del mar,

obsesionado en una soledad indigerible.

Una mirada retrospectiva

y vislumbró el copioso germinar

que a su paso se arracimaba.

A poco, en el verdear de los campo,

amarilleaban los futuros frutos

como himnos de esperanza

que anticipa el devenir lujurioso.

A cada trecho, un sustraendo, una acequia,

un brazo líquido que se desangra,

una lactancia preñada de futuro

que reverdece los campos y los ahija:

la fertilidad es la respuesta agradecida

cuando la sed endémica ha sido saciada.

La brisa agita las plantaciones

y las mece pautando su armonía

con la ceremonia de un salón de baile.

Más adelante suenan las cosechadoras,

suena y sueña en algún lugar

las cajas registradoras.

El caudal ha languidecido,

pero avanza optimista y confiado:

la docilidad de quien asume su sino

es dulce donación, total entrega,

en las salinas aguas del Mediterráneo.

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