Atardece, los
vencejos
dibujan en el cielo
acrobacias
tocando retirada
y buscan refugio en
la arboleda de la plaza,
donde muchos niños
jalean sus piruetas,
mientras las mamás
se despiden
con la promesa de
volver mañana.
Una veintena de chavales
jadeantes
─corazones blancos
de ternura─
juegos incesantes y
malicia en espera
con algún que otro
descalabro.
No hablan, gritan,
vocean todos a una,
se abrazan y
despiden con nostalgia.
Por encima de la
torre
se asoma la noche con
su capa parda
y se vislumbra un
corro de estrellas.
Se van alejando,
al tiempo que el
silencio emplaza su eco
de mustias
añoranzas.
Sueña en la torre rotundas
las campanadas
y se evaden los
murmullos
por las esquinas
dobladas.
Por las calles
adyacentes discurren en retirada…
No solo niños los que se van de retirada, llevamos un tiempo que salvo lo inconscientes salimos todos en retirada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es hora de ser prudentes, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. La noche se queda con todos los lugares exteriores. Se adueña y el silencio hace su presencia. Nadie nos imaginábamos que tendríamos que estar a ciertas horas en casa sin poner salir a vivir la noche. Esto en unos años será un recuerdo y pronto lo olvidaremos. El ser humano olvida pronto el encierro.
ResponderEliminarBuen poema del ocaso, los vencejos y los niños/niñas en la ciudad solitaria.
Es verdad, Isa. Nos han adelantado la madrugada. Ayer pasé por la Alameda a las 7 de la tarde y todo era desolación.
EliminarUn abrazo.
Un momento mágico para todos. Recuerdo esas tardes interminables de juegos durante la infancia. Y luego, el declinar del sol anunciando la vuelta a casa, ya cansados y exhaustos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Todos reflejamos nuestros recuerdos una y otra vez en las estampas del presente, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
No tanto ahora, pero cuando era niño me divertía viendo a los vencejos en sus círculos de vuelo en el cielo. Es un ave que, al caer al suelo, ya no puede iniciar el vuelo ya que tiene alas muy grandes y estas no le dejan levantar. Por eso duermes en las cavernas del techo y comienzas a volar lanzándote a la atmósfera, ¿sabes?
ResponderEliminarMe gustó mucho el poema. Muy bonito
.
Feliz comienzo de semana
saludos
Aquí muy cerca los vemos al atardecer haciendo arabesco por el cielo en bandadas enormes. Gracias por dejar tu comentario, Rykardo.
EliminarUn abrazo.
Leyendo tu poema escuchaba en mi memoria los gritos de los niños en sus juegos en el parque que tengo debajo de mi casa, es algo idéntico a lo que tus versos explican.Saludos
ResponderEliminarEsta estampa forma parte de la memoria común, por muy lejos que esté la infancia.
EliminarUn abrazo.
No se si será telepatía, pero ambos hemos coincidido con el tema del atardecer. Tan sólo varía en el tipo de la aportación. Lo tuyo es la poesía y expresarlo con las palabras y lo mío es con la recogida de imágenes, que hablan por sí solas.
ResponderEliminarBesos
Te robaré algunas para futuros poemas, si acaso estás de acuerdo.
EliminarBesos.
Están a tu disposición. El honor es mío, si es que quieres incluirlas en algunos de tus poemas.
EliminarUna estampa muy bien dibujada.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Menos mal que tienen las plazas, porque los parques están cerrados.
ResponderEliminarEste es un tiempo muy complicado del que debemos salir airosos y con bien.
EliminarUn abrazo.
Que bonito poema, tiene imágenes preciosas me dio mucha nostalgia la imagen y todo el poema.
ResponderEliminarAbrazo fuerte,
Porque todos conservamos al niño que fuimos y ojalá no lo perdamos nunca.
EliminarUn fuerte abrazo.
Otro hermoso cuadro pintado en palabras con tu maestría de siempre. Abrazo grandote y cuidarse.
ResponderEliminar