El mar, la mar,
confluencia de
todas las aguas
y de los profundos
tesoros,
de todos los
azules,
agua lapislázuli,
centro neurálgico
de todos los movimientos;
origen de la vida,
del ritmo,
de la cadencia y de
todas las melodías;
frontera de todos
los continentes,
masa única.
En su esencia la
calma y el alboroto,
el receptáculo de
todos los desagües
y la sal de todo lo
sabroso:
atracción y
respeto, lo uno y lo diverso,
sueño de grumetes y
aventureros,
rspeto y temeridad.
El mar, la mar…
Siempre vivo. Hay que guardarle respeto.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Esa es la palabra justa, respeto.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Cuanto hecho de menos el mar o la mar.
ResponderEliminarUn abrazo.
No me extraña. Yo vivo en Sevilla, pero nací con el mar en mi ventana. Para la gente de la mar siempre es femenino.
EliminarUn abrazo.
Me gusta el mar pero por causas imprevistas no lo he podido disfrutar desde el 2018 y ya tengo ganas de volverlo a ver.Saludos
ResponderEliminarSiempre invita a volver. Algún misterio encierra que tanto enemora.
EliminarUn abrazo.
Qué maravilla de poesía Maestro. Colma todos los sentidos. Abrazo cariñoso
ResponderEliminarNo me llama maestro, Rosa María, yo hago poemas en zapatillas, tan solo me entretengo y me esfuerzo para sentirme vivo.
EliminarUn cariñoso abrazo.
Todo un homenaje a ese mar, merecedor de todos los calificativos, de todos los paisajes, de todos los momentos, de todos los tiempos y de todos los sueños, Francisco. Bendito mar, que nos inspira y nos eleva.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo, amigo.
La mar es como una cuna que nos mece para siempre después de haber confraternizado con ella. Gracias, siempre, María Jesús.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Bello poema a ese mar que trae alegrías pero muchas tristezas. A la mar en calma y en alboroto como tú muy bien dices. Hace tanto que no voy a ver el mar que se me ha olvidado hasta el olor que tiene.
ResponderEliminarNo, estoy mintiendo y sin querer. Fuimos a la boda de mi sobrino y estuvimos en El Puerto Olímpico comiendo antes de volver en el AVE Su olor es olor a sal y a pescado bueno. Y sentí el balanceo de las barcas con el movimiento del agua. Los que vivís cerca de la mar sois afortunados.
Abrazos
No es imprescindible vivir cerca del mar para sentirlo, para soñarlo, para vivirlo. Uno va por primera vez, se enamora y ya para siempre.
EliminarUn abrazo.
Por cierto la foto preciosisimaaaaaaaa-
ResponderEliminarMás abrazos
Tú también lo eres, Isa. Mil gracias.
EliminarAbrazos.
Aunque soy del interior, también me apasiona el mar o la mar. No se lo que tiene, que se sienta una gran paz y tranquilidad, cuando te encuentras en su presencia.
ResponderEliminarBesos
No hay nada feo en la naturaleza, Antonia, y la mar es un medio eficaz para soñar, por eso guata tanto.
EliminarBesos.
El mar... la mar... mi locura.
ResponderEliminarQue tu cordura la recuerde siempre y por siempre tengas deseos de volver a ella.
EliminarUn abrazo.
El mar en un eterno beso con el cielo nos invita a el amor, él rumor de sus olas nos deja encriptados mensajes del universo y el fondo del océano.
ResponderEliminarAmo el mar, me gusta sentirme acariciada por sus olas.
Me gusto mucho el poema.
Saludos y abrazos.
La mar es magia, es misterio... No me extraña que tengas todas esas sensaciones. Gracias por venir a leer y comentar.
EliminarUn abrazo.
Que bello es el mar y que hermosos poemas inspira, como este que hoy compartes. Saludos amigo.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Sandra.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno... lleno de sugerencias, de palabras que tocan sentidos grandes, divinos, humanos... Pones el mar en masculino y femenino, y es que es como Dios, los opuestos unidos.
ResponderEliminar¡Grande!