Decidme rocas, ¿qué
entrañas os han parido?
¿Quién ha calculado
la estructura
o estructurado tu
cálculo y simetría?
¿Quién el
equilibrio y la estabilidad,
la armonía en el
diseño y la belleza
de templo en la
cumbre de los montes?
Roca enhiesta,
encumbrada, elevación sublime
como arpegios de un
órgano angelical
que eleva a los
cielos salmodias de amor
y reverencial
respeto y obediencia al Creador.
¿Quién te ha
enseñado el funambulismo
de las
escarpaduras? ¿A quién te encomiendas
para no dudar ni un
instante cuál es el fiel
de tu equilibrio
perdurable en el tiempo?
Templo sagrado de
las cúspides,
catedral
antequerana de las sierras,
a tu hacedor, a su
mano poderosa,
mi asombro y mi
vasallaje por días sin término.
Hermoso paisaje el del Torcal de Antequera visitado y recorrido por varias rutas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Emilio. Sin dudas un espacio natural único que bien merece la pena conocer.
EliminarUn abrazo.
Todo un espectáculo. La curiosa disposición de los sedimentos en capas superpuestas trabajadas por la erosión me recuerdan aquellas tartas familiares hechas con galletas. La primera vez que estuve allí fue de excursión con los chicos de Brenes. Un día de invierno. Hasta nos cayeron unos copos de nieve. Imagina el alborozo de unos chavales que no habían visto nevar en su vida.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Una obra de arte natural. Te voy a confesar algo: en cierta ocasión íbamos a ir, pero no me encontraba bien y fue mi mujer sola. No lo he visitado nunca, sólo sé por lecturas y fotografías. No me lo desveles, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
El lugar es una maravilla.Las rocas son "invencibles" aunque manejables ante los fenómenos atmosféricos que las van erosianando pero perduran a través de los siglos a pesar de esas trasformaciones.Saludos
ResponderEliminarEso es, Charo, una obra hecha a base de paciencia y tiempo.
EliminarUn abrazo.
La curiosidad me ha llevado a buscar algo sobre el lugar que describe en sus versos. Y vaya descubrimiento. Uno se sorprende de parajes como los de Capadocia y resulta que aquí tenemos otros tan admirables como aquellos.
ResponderEliminarUn saludo.
Así es. La naturaleza es generosa en obras de arte y las esparce por todas las geografías. Te felicito por tu curiosidad.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Muy bonito el poema y la imagen. Es increíble como las piedras penden sin moverse. En mi pueblo también hay piedras enormes que da miedo cuando nos acercamos a ellas.
ResponderEliminarMe gusta el sol con esas nubes. Pare un muñeco de nieve. Está muy chula la foto.
Abrazos
Muchas gracias, Isa. Sólo estuve una vez en San Vicente, pero lo recuerdo como un lugar mágico; luego te conocí y lo justificó todo, pues tú también eres extraordinaria.
EliminarAbrazos.
Estuve tan sólo un día ahí, aunque no fue demasiado acertado. La noche anterior llovió muchísimo y los caminitos eran un poco complicados de andar. Te podrías resbalar con alguna de esas piedras mojadas por lo que ibas muy despacio y no cundía para nada andar. Las fotos que hice no fueron muy numerosas. Había que estar constantemente mirando al sueloy para contemplar el paisaje lo mejor era detenerse, pese a todo ello me encantó haber ido allí.
ResponderEliminarBesos
Esas son las cosas que tiene la naturaleza. Un museo como este al aire libre está en continua evolución, pero la lluvia que favorece el trabajo no nos viene bien a nosotros, meros espectadores.
EliminarBesos.
Qué maravilla el Torcal antequerano, esas rocas fantasmagóricas, me hace pensar en nuestros ancestros ¿qué pensarían?
ResponderEliminarMe parece muy apropiado el adjetivo fantasmagóricas. De alguna forma inquieta esas estructuras ante nuestros ojos.
EliminarUn abrazo.
Hermoso paisaje y los versos que le dedicas. Saludos amigo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.
Qué maravilla de lugar! La foto ampliada es magnífica y tomada con esos cielos aumenta su majestuosidad. Tus versos la pintan genial. Besos
ResponderEliminar¡Qué precioso poema, qué oda al Torcal y al creador!
ResponderEliminarMe ha entusiasmado... Las rocas se inclinan ante el Hacedor sin miedo a caer, y también ante el poeta que tanto la ha amado...
¡Mi enhorabuena!