07 enero 2011

LA MECEDORA

Ahora es sólo un mueble viejo, una reliquia en el hogar familiar, respetado como se respetan a las personas amadas que pasaron por nuestras vidas. Ella era la dulzura, la serenidad, la templanza y el refugio seguro; toda pureza, como su pelo de nácar, recogido detrás en un rodete, sujeto con una pequeña peina que se perdía en el blancor.  Era menuda y parecía frágil, pero era fuerte y tenía una gran personalidad; sus manos parecían estar hechos a base de suaves caricias, siempre acogedoras, siempre ofreciéndose y ofreciendo algo. Era generosa hasta la desposesión, y su sonrisa era el estandarte bajo el que buscar amparo.


Esa mecedora que ahora duerme los sueños del pasado, con su reposacabezas hecha de ganchillo con el primor que le caracterizaba, era la trinchera en la que ponerse a salvo rodeado por sus brazos. Las primeras historias, aquellos cuentos que repetía una y mil veces sin jamás deformarlos, las aventuras vividas o inventadas y las fábulas que ella había oído, se iban desgranando cada atardecer hasta quedar dormido en sus brazos, entre los balanceos narrativos. Era la madre amable, la madre que jamás regañaba, la madre que siempre ayudaba y protegía; era mi abuela Ana.

13 comentarios:

  1. Algo de mi abuela también en tus palabras que son canto a ese cariño sin fondo. Ojalá alguien nos recuerde del mismo modo. Beso

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  2. Con tus palabras llega el recuerdo de esa abuela que tuve la suerte de tener. Gracias por tus relatos tan bonitos.
    Un abrazo.

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  3. No podías haber hecho una definición más bonita de esa abuela, que seguro soñó grandes cosas en esa linda mecedora y que supo transmitir, con esa delicadeza y cariño que os tenía, toda la belleza de una vida entregada a los demás.
    Bendita la abuela Ana, que en gloria esté.

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  4. que bellisimo texto compartes con todos nosotros, los muebles antiguos tienen su historia de amor y desamor, de soledad, de alegrias y de caricias compartidas, un besin muy grande de esta asturiana que te da las gracias por aportar tus bellos textos y poner tu alma y corazón en ellos.

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  5. Sólo conocí a una abuela y cuando ya no estaba en sus mejores momentos, por eso me da mucha envidia cuando hablais de ellas.
    Si lo puede leer le gustará saber el buen recuerdo que tienes de ella . Un abrazo

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  6. ¡Cómo han cambiado los tiempos. ¡Cuántos abuelos se mueren de pena apartados de los seres que más quieren! Emocionante texto.
    Un saludo.

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  7. Me encantan las mecedoras. De niña me tenían fascinada. Además, también para mí es un recuerdo de la generación de la abuela. Cuánta nostalgia contenida en una vieja mecedora, y cuánto representa.

    Feliz fin de semana

    Bisous

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  8. Me encantan las mecedoras y no están pasadas de moda en absoluto, precisamente estas Navidades he andado buscando una para regalársela a mi madre.
    Emotiva entrada Francisco.
    Un abrazo.

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  9. Es muy bello lo que has escrito. Y tanta belleza y humanidad, a veces, duelen.

    Besossss.

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  10. Las mecedoras son un mueble con embrujo, con misterio, con ese balanceo silencioso... mecedor de sombras y recuerdos, como ese entrañable de la abuela que nos traes hoy.
    Un saludo.

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  11. Bellísimo.
    Sin palabras.
    Un abrazo emocionado.

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  12. ¡Un texto precioso!
    Me recuerda la mecedora y mi abuela en La Arena, la casa de campo donde nos refugiabamos en las tardes a oir los cuentos que ella nos narraba.
    Hoy le he regalado una mecedora a mi hija, para que la use con sus hijos y yo poder -con mis cuentos- renovar la tradición de la vieja familia.

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  13. Que bonito Francisco. Tus palabras y la mecedora me acuerdan a mi bisabuela que fue para mi una especie de ángel de la guarda. Su recuerdo aún me acompaña. Muy tierno!
    Besitos

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