A Katy y María, capaces de elaborar los manjares más exquisitos.
Sabía que tendría que ir siempre de acá para allá, sorteando peligros y llevándose a los bigotes lo que buenamente pudiera mercar; corría de los niños, corría de las madres, corría de los granjeros desde que aquel mal encarado le atizara un palo que lo deslomó y su vida se había convertido en una continua asechanza, en una continua carrera.
Tenía noticias de otros de su especie que vivían en la placidez del hogar, ovillados en la alfombra, a los pies de las manos que lo alimentaban, o bien en el sofá cuando tenía ocasión. Pero él era un callejero, sin nombre ni domicilio, sin horario ni escudilla en la que alimentarse; por eso se había convertido en un furtivo que hacía de las ventanas gateras, de las puertas entreabiertas ocasión y del descuido oportunidad.
Siempre corriendo de acá para allá, no conocía el sosiego; las personas los ahuyentaban nada más percatarse de su presencia y los animales domésticos lo delataban celosos de sus prebendas. Para él era como el juego mismo de la vida, de la única vida, aunque supo que contaban las fábulas la patraña de que los gatos tienen siete vidas. Las muchas carreras le tenían en forma; sus raptos eran tan exiguos que nunca le permitieron criar panza, sino dura supervivencia. Un mal día, de forma insospechada, recibió de un tipo bajito con los ojos oblicuos un trancazo del que nunca se pudo reponer; cuando de forma aromática servía de alimento, un comensal orondo dijo con acento gastrónomo: “¡Sabe a liebre!”
Ay, Francisco, pues no sé cual es mejor vida, si la de los ovillados en la alfombra o la suya, al fin y al cabo era libre. Soy amante de los animales pero no me gustan las mascotas. Respeto a los que las tienen, sin embargo yo las prefiero libres. De vez en cuando tengo un gato en el huerto, le dejo un hueco para que si quiere entre al almacén para comer y dormir pero está totalmente suelto. Claro, por eso me dura tan poco. A pesar de ello estoy feliz de que él haga su vida y yo la mía.
ResponderEliminarUn saludo
Yo tengo un perro que es de lo aovillados en el sofá y siempre que lo veo allí tan agustito no puedo dejar de pensar en los que andan por ahí pasando miles de apuros.
ResponderEliminarLo del "sabe a liebre" me pone un poco los pelos de punta. Ese rumor urbano parece que no es tan sólo un rumor.
Un beso
Las alternativas de los animales que pueden ser domésticos, claro la libertad está algo opuesta a la coodidad en su caso, y si la alternativa elegida es la equivocada, terminas engullido. Muy bueno. Beso.
ResponderEliminarMe sumo a ese homenaje a las hermanas, se lo merecen.
ResponderEliminarPero yo lo de gato por liebre como que me da yuyu.
Probé por los años 70 carne de lagarto y me encantó, aunque el primer bocado fue de risa.
Besos
Como decía Quevedo en "El Buscón" ¿quién ha dicho que los gatos son amigos de ayunos y penitencias? En algunos restaurantes que sirven conejo o liebre u otras exquisiteces no se ven los gatos en diez kilómetros a la redonda.
ResponderEliminarUn saludo.
Ay, pobrecito! Yo por si acaso nunca como liebre, jiji, no me vayan a engañar.
ResponderEliminarFeliz dia, monsieur
bisous
No soy yo de liebre ni conejo, ni de gato, jajajja.
ResponderEliminarUn beso Francisco.
El cuento es una pena, pobre minino. "De aquí viene el refrán dar gato por liebre " No te creas que a mí la cocina de los ojos rasgados me convence mucho. Tanto trocito pequeño es muy sospechoso.
ResponderEliminarMe contaron que a los madrileños se les llamaba "Gatos" porque durante la guerra no quedó ni uno vivo en la capital.
Gracias por esta dedicatoria tan estupenda. Tenías razón, si que es fuerte.
Esperemos no caer en semejante desatino:)
Un beso
¿Quién le iba a decir al gato que después de tanto esfuerzo, por sobrevivir, iba a acabar en una cazuela?
ResponderEliminarLo del gato por libre también me da un poco de yuyu, pero tengo que confesar que si como conejo de vez en cuando
Muy bueno como siempre
A mí se me ha cortado un poco la digestión!
ResponderEliminarde todas formas, el relatillo tiene su miga y además, está muy bien contado, como siempre!
Un abrazo!
;)
Francisco, es un gusto leer historias tan bien contadas.
ResponderEliminar¿Has escrito un libro alguna vez?
Sería un éxito de ventas.
Un abrazo.
Hola Francisco :)
ResponderEliminarCon esta dedicatoria no me quedaba más remedio que leer el cuento si no quería que me diesen gato por liebre, jejejeje
Esta vez no ha sido así, un relato ameno aunque con un final no muy feliz. Procuraremos no caer nosotras en daros gato por liebre en nuestras recetas, jajajaja.
Lo dicho me ha gustado mucho tu relato, eso quiere decir que me pasaré más de una vez por aqui, la frecuencia depende del tiempo que disponga.
Un beso y gracias
Comnozco a máss de uno que ha comido gato por liebre. Al parecer, bien condimentados nadie los distingue de conejo.
ResponderEliminarSaludos