El pasado sábado, asistí al Encuentro promovido por Cáritas con el sacerdote haitiano Patrick Aris, Subdirector de Cáritas Haití. Para entrar en ambiente se proyectó un corto cuyas imágenes hablaban de destrucción y de esperanza: la destrucción causada por el terremoto de hace un año y la esperanza de un pueblo diezmado y herido, pero que sigue confiando en la supervivencia y en sus propias fuerzas.
Un año después, en los medios de comunicación se pone en duda la reconstrucción del país haitiano y no pocos recelan de la disipación de las ayudas sin que llegue a las manos a las que se habían destinado, por eso el padre Aris volvió la vista atrás e hizo un pequeño repaso al antes del terremoto. Un país que ocupa el lugar 149 a la cola del desarrollo humano, entre 182 países del mundo, por lo que la debilidad de sus infraestructuras hizo muy complicada la atención a las víctimas del seísmo. Haití alcanzó la independencia en 1804, pero no así la prosperidad esperada: paso directamente a la dependencia económica de Francia. A ello ha seguido una pléyade de gobernantes que se centraron en sus propias metas en lugar de las del pueblo. Todos ellos se fueron del país con la bolsa llena después de acabar sus mandatos, dejando atrás a un pueblo cada vez más empobrecido. En la década de los 70 producía el 90% de sus alimentos; hoy tiene que importar el 55% de los mismos. Con la crisis alimentaria del 2008 las cosas fueron a peor. Con el pretexto de ayudar al sector agrícola, la multinacional estadounidense Monsanto les dona semillas de maíz transgénico, fertilizantes y pesticidas. El problema vendría después en forma de dependencia eterna: los transgénicos son estériles, agotan los nutrientes de la tierra, necesitan de fertilizantes y pesticidas especiales que, curiosamente sólo fabrica la misma empresa donante. Para colmo ahuyenta las plagas hacia otros cultivos criollos convencionales menos protegidos, por lo que las semillas autóctonas terminan por extinguirse. A la calamidad del sistema productivo se suma la deuda externa, cada día más agobiante; la desforestación es alarmante —con sólo el 2% de bosque, Haití amenaza en convertirse en el primer desierto del Caribe—, ya que el 70% de la energía doméstica e industrial proviene de la madera y el carbón, prácticamente agotados, con la consiguiente erosión e inestabilidad de los suelos.
Ante este panorama desolador, previo al terremoto, se hace más asequible llegar a comprender cómo un año después queda casi todo por hacer. La gran dificultad de hoy —decía el padre Aris— es encontrar agua potable para la hidratación de las personas y poder luchar contra el cólera, pero sin olvidar que el 50% del país está desempleado, se quebraron las escasas infraestructuras anteriores al terremoto y es preciso construir viviendas, escuelas y dispensarios capaces de resistir a futuros seísmos. Se cayó todo el sistema de distribución de agua, muchos de los que tenían trabajo antes del terremoto dejaron de tenerlo. Es verdad que necesitamos atender a la educación, la salud, etc., pero lo prioritario es agua y alimentos para la supervivencia.
El gobierno, incapaz de hacer nada, tiene todas las estructuras en manos de los EE.UU. Hay 300 millones de dólares para la reconstrucción en manos de empresas de EE.UU. y sólo un 5% en manos haitianas. Con un gobierno responsable sería posible la reconstrucción. Este país ha enviado a muchos soldados para tratar de pacificar al pueblo, y la mitad del presupuesto de ayuda se gasta en el mantenimiento de los soldados. No tenemos un sistema político en el país —decía el padre Aris—, por eso estamos bajo la gran influencia de EE.UU. y las multinacionales, quienes piensan más en unas elecciones y la pacificación que en la verdadera democracia que significaría un techo y un trabajo.
Sólo el 15% de la población tiene agua potable y a esa prioridad le sigue el trabajo, para que los haitianos puedan prescindir de vivir permanentemente de la ayuda internacional. Podemos distinguir dos tipos de ayuda: la solidaridad hecha de persona a persona, como es el caso de Cáritas Española, y la ayuda que consume gran parte de lo disponible en sus propias estructuras. En Haití hay miles de organizaciones haciendo a su entender lo que deben o puede, sin ningún apoyo ni estructura, lo que les hace consumir el 70% en gastos de organización de la propia institución; como el gobierno no está, cada organización actúa por su cuenta sin la menor coordinación, aunque con buena voluntad; en cambio Cáritas Española ha puesto su solidaridad en manos de Cáritas Haití, implantada por las diez diócesis del país y presente no solo en las ciudades sino también en el medio rural. En este caso no hay gastos organizativos internos y todo llega a las manos que lo necesitan. Por último —añadió—, Cáritas está construyendo dispensarios, escuelas y 10.000 viviendas, así que podemos afirmar que Cáritas está interviniendo en la vida de los pobres. Quienes ayudan económicamente a Cáritas pueden tener la certeza de que sus medios son bien administrados, y así lo ha podido verificar Cáritas Española, y no olviden que el pueblo haitiano les sigue necesitando.
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Curiosamente el pais vecino Santo Domingo siempre ha estado en mejores condiciones. Realmente los gobernates no han hecho nada por el pueblo. Y ahora con esta catástrofe se termino de hiundir a la nación entera. Efectivamente cCáritas es un puntal fuerte. También hay otras ONGs, cmo Mensajeros de la Paz del padre Ángel, Entreculturas, Manos Unidas, Médicos sin Fronteras entre otras que se están dejando la piel en ayudas y voluntarios.
ResponderEliminarPero aún así queda mucho por hacer. Como tu decías en un comentario aquí tampoco falta trabajo. El mundo es un caos. Porque no solo de pan vive el hombre. Hacen falta muchas más cosas. Colegios, hospitales, viviendas dignas, colegios, infraestructuras y fundamentalmente trabajo. Y un gobierne capaz de mirar por los más necesitados.
Un beso
Uno de los principales problemas es precisamente la dificultad de administrar la ayuda recibida y sacarle el máximo provecho. Es triste que se consuma en el mantenimiento de quienes se supone que están ahí para ayudar, porque al final todo ello conduce a una situación absurda: la gente envía dinero para que lo consuman quienes deberían repartirlo.
ResponderEliminarFeliz dia, monsieur
Bisous
Sin un gobierno estable no corrupto, imposible enderezar ese país.
ResponderEliminarSaludos.
Lo de Monsanto es una locura, es un gigante que avanza sigilosamente.
ResponderEliminarCreo además que esos pesticidas producen deformaciones genéticas en niños, vi un documental hace tiempo y fue durísimo.
Gracias por esta entrada.
Voy a reflexionar y tomar una decisión.
Besos.
muy sabia decision la de subir este posteo, aunque uno ya conozca el problema de Haiti, aclaraste mucho mas el panorama. Conozco Caritas y sinceramente colaboro
ResponderEliminarUn desastre humanitario de gran magnitud, con escasa sensibilización entre la gente que pertenece al primer mundo. Como ya es costumbre entre las naciones desarrolladas, se prefiere mirar para otro lado. Una pena.
ResponderEliminarSaludos.
Vaya panorama, es necesario reflexionar, de tan sabido llega a parecer una cosa habitual la desgracia de ese país. Gracias pues por el toque. Un beso
ResponderEliminarLlovió sobre mojado.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por un informe tan detallado. Es estremecedor a que límites pueden llevar los gobiernos corruptos. Veo una situación insostenible que no sé por donde romperá.
ResponderEliminarSaludos
Dan ganas de lanzar una grosería mayúscula de impotencia y pena. Es espeluznante como gente tan mal nacida puede llegar a gobernar a un pueblo y sumirlo en la desolación permanente. A veces he sentido que "el de arriba" diezma a los haitianos con terremotos y calamidades diversas para que la humanidad vea allí como sangran las llagas de Cristo... pero eso no sucede, los poderosos no cambian.
ResponderEliminar¿Tomas clases de pintura? ¡genial!
Me has sacado una risa con eso de quedar arrugado, jaaa!, gracias por tu cariño!
Seguro que con esta entrada remueves las conciencias y con ella vemos que cuando fallan la cabeza ( gobierno) las cosas tienen peor solución.
ResponderEliminarAunque las ONGs tienen buena voluntad y trabajan a tope, la organización de las ayudas tiene dificultades.
Gracias por esta exhaustiva descripción de las necesidades y posibles soluciones.
Un abrazo