Se encontraron al doblar la esquina; no se conocían, pero sabían de la existencia el uno del otro. El Mal trató inmediatamente de convencer al Bien de que conduciéndose con tantos remilgos no dejaba de ser un pazguato; mientras que éste, colmado de comprensión, le recriminaba su instinto primitivo. “Mira, —le dijo— por propia experiencia sé que lo inmediato, el ímpetu primero, es la apetencia de los bienes ajenos, la codicia, el disfrutar de las prebendas que no nos pertenecen para seguir atesorando las propias, pero de forma instantánea surge la conciencia resolviendo entre la apetencia y lo correcto”. “Pues no le hagas caso —le repuso—, tú a lo tuyo”.
Así discutieron largamente sin encontrar en ningún momento un punto de coincidencia; mejor dicho, el Mal no oponía otro razonamiento que el de soslayar a toda costa la conducta estricta que el Bien proponía, pero en ningún caso refutaba la juiciosa moralidad del Bien con comportamientos todavía más éticos, sino que a lo sumo le respondía con algunos de los dogmas del refranero: “¡A nadie la amarga un dulce!”
Desde aquel primer instante, fueron muchos los encuentros y siempre las mismas divergencias. Sin que pudieran explicar cómo, cada vez estos se hacían más frecuentes. Cuando parecía que el Bien había convencido al Mal de cuál era la conducta ideal, éste le espetó: “¿Sabes qué te digo?, que ni el bueno es tan bueno, ni el malo tan malo”. Finalmente llegaron a la conclusión de que todas las criaturas tienen algo de ángeles y algo de demonios, y que lo que hacía a unos afiliarse con el Bien y a otros con el Mal eran las proporciones. Llegados a este punto de encuentro, y tras aconsejarse las respectivas conductas uno al otro, se dieron un apretón de manos, intercambiaron las tarjetas, y descubrieron que vivían en un adosado, espalda con espalda.
"Un día el Mal se encontró frente a frente con el Bien y estuvo a punto de tragárselo para acabar de una buena vez con aquella disputa ridícula; pero al verlo tan chico el Mal pensó:
ResponderEliminar"Esto no puede ser más que una emboscada; pues si yo ahora me trago al Bien, que se ve tan débil, la gente va a pensar que hice mal, y yo me encogeré tanto de vergüenza que el Bien no despreciará la oportunidad y me tragará a mí, con la diferencia de que entonces la gente pensará que él si hizo bien, pues es difícil sacarla de sus moldes mentales consistentes en que lo que hace el Bien está bien y lo que hace el Mal está mal."
Y así el Bien se salvó una vez más".
AUGUSTO MONTERROSO.
Es así siempre, una continua pelea, un tira y daca. En el fondo, somos pura dualidad, tenemos tanto de uno como de otro...
Estas cosas siempre hacen pensar. Aquí me quedo, sopesando mi porción de Bien y mi porción de Mal.
Un abrazo!
;)
esta asturiana te da las gracias por compartir tan bellisimo texto, todos tenemos el ying y el yang es un complemento que forma parte de nosotros, un besin muy muy grande , es un deleite leerte.
ResponderEliminarSiempre prefiero a muchos supuestos demonios que a esos angeles estirados y mentirosos.
ResponderEliminar¿Quién sabe lo que es el bien y el mal?
Todo es tan subjetivo...
Hermosa historia Francisco y con un final totalmente real.
Besos.
A todo bien le corresponde un mal y viceversa.
ResponderEliminarSon las dos caras de una misma moneda.
Saludos
Pues es lo mejor que pudo pasarles, en lugar de radicalizarse cada uno en sus posiciones. No hay nada absoluto, y lo mejor a lo que podemos aspirar es a alcanzar el equilibrio y la armonía.
ResponderEliminarFeliz tarde, monsieur
Bisous
En este mundo traidor nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira, decía el poeta. Y esto es aplicable al bien y al mal. Como la historia que aquí nos traes: no hay una división tan radical entre una u otra cosa. Todo es relativo. Afirmar lo contrario es una actitud maniquea.
ResponderEliminarUn saludo.
coincido, esta vez, con Ojitos Negros. En un marco de subjetividad absoluta como creo que tienen, es muy difícil a veces levantar dedo acusador.
ResponderEliminarme parece que a partir de reconocernos insignificantes ante el Bien o el Mal, uno va decidiendo en la vida, y equivocándose, por supuesto
de eso se trata vivir
besos!!
Esa mezcla del bien y el mal es una realidad presente. Ya lo decia Ramón Ortega en estrofas de su poema Verdades Amargas.
ResponderEliminar"Nada en el mundo es perfecto, puro y sano;
todo se halla a lo impuro entremezclado;
el mismo corazón, con ser tan noble,
cuantas veces se encuentra enmascarado.
Existe la virtud, yo no lo niego,
pero siempre en conjunto defectuoso;
hay rasgos de virtud en el malvado,
hay rasgos de maldad en el virtuoso."
Un saludo.
No se si eres tu, o los comentarios que ponen, lo que me vuelven a poner muy facil para hacer una entrada en la que aparezca la relación de textos , me pensaré si esta vez lo hago.
ResponderEliminarTodos tenemos un poco de ángeles y oro poco de demonios efectivamente .Un abrazo
La vida no es blanca o negra. Es un contínuo e infinito cromatismo.
ResponderEliminarUn abrazo
Por lo general prefiero ser buena, jajaja, pero no reniego de mi lado malvado, jeje.
ResponderEliminarUn beso Francisco.
El bien no es nada bueno sin el mal y el mal no es tal sin el bien. Van juntos, por separado no son nada ni significan nada.
ResponderEliminarUn fuerte y calido abrazo
Dentro de nosotros coexisten el Dr, Jekill y Mr. Hyde. Depende de cual sea el más fuerte ese sale a escena. Todo tiene su lado negativo y positivo. Hay luz porque existe la oscuridad, hace frío porque conocemos el calor. Luego de nosotros depende el estar en un lado u en otro.
ResponderEliminarUn beso y feliz semana
Como todos vosotros tengo algo de bueno y algo de malo -no hablo de las proporciones-, mas lo óptimo es contar con todos vosotros, de quienes recibo el ánimo para alimentar esta ventana cada día.
ResponderEliminar¡Gracias infinitas!
Yo pienso que el mal ocurre en ausencia del bien. Alguien podría decir que es lo contrario.
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