Había pasado toda su vida soñando en conocer el mar. No comprendía por qué se sentía tan atraído por el mar viviendo tan lejos de él. Su padre le había contado que él había sido concebido muy lejos, al otro lado del mar, y que su madre lo había llevado en sus entrañas durante la travesía. Creció imaginando el mar; se sumergía en la bañera, cerraba los ojos, y se reconocía descendiente de Neptuno o de Poseidón, algo que también y extrañamente lograba cuando entraba en la cuadra y acariciaba la grupa de su caballo albo; se hizo mayor y seguía sin conocer el mar; se casó y las circunstancias no eras las propicias como para emprender el viaje, mas cuando se jubiló, se había cumplido el tiempo de satisfacer el encuentro largamente esperado.
Cuando llegó al puerto se le desparramó la vista en el horizonte, mas cuando estuvo en medio del mar, entre tanto anhelo, se desorientó y no fue capaz de reconocer el lado al que pertenecía de aquel otro en el que había sido engendrado: todo era una masa informe y agitada; lloró amargamente de desespero, era la primera vez que lloraba después de las rabietas de la infancia; fue entonces cuando descubrió que sus lágrimas eran saladas como el agua del mar; entonces comprendió que el mar siempre había estado en él. A su regreso, desde la popa, se le iba la mirada fija en la estela del barco y la reconocía como propia, como si se mirara en un espejo.
El mar conforta y calma nuestras ansiedades. Tal vez seamos parte de él como bien dices, nuestras lágrimas se funden y si formamos un todo ya no estamos solos.
ResponderEliminar¡¡que grande eres maestro¡¡¡ un besin muy grande de esta asturiana que te da las gracias por aportar tantisima belleza en tus textos.
ResponderEliminarQué lindo!
ResponderEliminarMe gustaría pensar que en cierta forma somos mar, que hay un mar dentro de nosotros, como su personaje ha descubierto. Y a veces con las aguas muy agitadas!
creo que no podría vivir mucho tiempo lejos del mar.
Feliz fin de semana
bisous
¡Somos tan poca cosa frente a la inmensidad del mar!
ResponderEliminarEl mar provoca sentimientos encontrados, dependiendo nuestro estado anímico y de la climatología: belleza, calma/agitación, naturaleza, relax/trabajo. Puede que nos haga pensar, que nos altere, que nos haga disfrutar, que nos hunda en sus abismos. ¿Lo tenemos dentro? Sí, porque nosotros mismos somos parte de la naturaleza.
ResponderEliminarSaludos
Aprendí en el lejano bachillerato que la masa de agua salada en nuestro planeta supera a la de tierra por tres a uno; idéntica proporción es la que compone nuestro cuerpo. Si por el rebosadero del lagrimal lo que escapa agua salada ¿no creéis que somos agua de mar en un 75%?
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios.
Al mar le ocurre como a las hogueras: tienen magia, magnetismo..., con esa capacidad única de embelesamiento. El mar está en nuestros orígenes. De allí venimos los que andamos por la tierra.
ResponderEliminarUn saludo.
Oye, pero qué bonito, qué... huy, es que ni me sale el adjetivo!
ResponderEliminarMe ha encantado esta masa salada de letras bien oleadas!
Un abrazo orillero!
;)
El mar me gusta desde la orilla, será el miedo a lo desconocido, a la inmensidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí, que soy de secano, también me encanta el mar. Por cierto, cuentan que un tudelano que vio el mar por primera vez hizo su comparación con el Ebro y dijo: Ancho sí que es más ancho, pero largo...
ResponderEliminarFantástico el post. Un abrazo
Que manera tan maravillosa de expresar lo que a tanta gente le ocurre. Toda una vida buscando lo que siempre han llevado dentro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me has hecho recordar el poema de uno de mis poetas favoritos: Bécquer
ResponderEliminar"Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Efectivamente adoro el mar y siento algo mágico cuando estoy junto a el, como si hubiera nacido a sus orillas.
Un post para 10.
Un beso
Hola Francisco!, que lindo y apaciguador saber que podemos estar tan unidos a todo y a todos los demás... eso sentí al leer este texto tuyo. El mar como símbolo de lo que está fuera e incluso de lo inalcanzable... sin embargo dentro sin que lo sepamos. Toda la vida el personaje esperó encontrarse frente al mar y cuando su deseo pudo concretarse descubrió que esa belleza, ese ímpetu o ese acontecer sereno, estaban en su interior.
ResponderEliminarGracias por tu compañía.
Un abrazo fuerte!
El mar es el símbolo de la vida, por eso impone tanto, por eso es tan bello y produce tantas emociones en nuestra alma.
ResponderEliminarMe gustaría morir al lado del mar, no será posible, seguro.
Mil besos.
Preciosísima entrada.
Una entrada linda donde la inmensidad del mar está presente, pero también la nostalgia y la sensibilidad.
ResponderEliminarBonita imagen con esa estela que deja un escondido barco lleno de vidas.
Besos
Muchísimas gracias por tantos comentarios y por las luces que aportáis en ellos. Quiero compartir con todos esos "besines" con sabor a "sidrina" que me envía nuestra amiga OZNA-OZNA. También me gustaría recordar a todos que no es bellos el espejo, sino quienes se miran y se ven reflejados en él.
ResponderEliminartarde pero aquí estoy, de la historia no voy a comentar nada, voy a referirme a la metáfora y ahí coincido mucho con vos Francisco. La inmensa mayoría de las veces cuando uno alcanza un sueño largamente deseado, entiende que la realidad es apenas una mínima partecita de todo aquello que guardábamos en nuestra cabeza
ResponderEliminarbesos
Uno engrandece sus sueños de tal manera que siempre le resultarán chiquitos si los puede hacer realidad. Bonita y entrañable historia. Abrazos.
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