Nácar son mis ojos,
cuando se miran en los tuyos
y me atraviesa el pecho
las saetas de Cupido.
Fuego son mis ojos,
cuando la furia de un alud acaece
sobre tu mirada inmaculada
y trata de mancillar tu carne.
Hielo son mis ojos,
cuando el volcán de tu boca
no consigue conmover
la erupción de magma en la mía.
Sangre son mis ojos,
cuando tu voluntad y la mía
anidan una misma querencia
y nos diluimos en uno en el otro.
Precioso y pasional poema. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
Un ritmo magnífico. Muy buen poema.
ResponderEliminarSaludos
Muchísimas gracias, Francesc.
EliminarUn abrazo.
Profundas metáforas y profundo tema, Francisco...La poesía te lo agradece, porque te sirves de ella para ensalzar al amor de forma bella.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y mi abrazo, amigo poeta.
Muchísimas gracias, María Jesús, por tu análisis siempre favorecedor.
EliminarUn abrazo entrañable.
Quedan ganas de seguir leyendo.
ResponderEliminarDe haber sabido que te sabía a poco... Muchísimas gracias, Tracy.
EliminarUn abrazo.