Bajo tu piel desnuda
un campo fértil de arracimada cosecha:
ni malezas, ni breñas, ni hierbas;
tan solo un riego, una bina, un caracoleo de mimos
y el capricho de unas uvas atemporales
que no eran de tu estirpe soñada,
aunque no dejaron huella indeleble
como borrón de tinta
en la pulcra página de escribano.
Hoy lo recuerdo como un alegre sobresalto
en el perchero de las vivencias,
y también como un logro
cercano a lo imposible
que pudo ser resuelto con algo de magia
y un mucho de suerte.
Piel de mi piel,
por la bocana íntima de tu piel desnuda,
un alarido,
una urgencia extrema
por la entrega del mejor de los regalos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario