Una pintura, un relato a todo color,
una narración, un poema sin márgenes
que se expande más allá del armazón,
y no conforme con las tres dimensiones,
se eleva por la bisectriz de la cuarta
y se pierde en la inmensidad de lo sublime.
En los preparativos, una tela inmaculada
sobre un burdo bastidor de madera.
Una veintena de pinceles, algunas brochas,
y un número indeterminado de tinturas,
que se multiplicarán en matices infinitos
al capricho creador con las mezclas oportunas.
Un motivo central, un eje sobre el que circula
el caudal y lo anecdótico, lo capital y lo sucinto,
el nudo gordiano de lo que se narra y explicita,
y lo secundario que le acompaña y complementa.
La pasión del fuego creador incontenible
y lo episódico de todo cuanto le rodea,
al tiempo que lo engrandece sin competir.
Gracias, angelito de la guarda, por todo ese fuego.
ResponderEliminarUn abrazo