El morenito que vende pañuelos
en el semáforo tiene dibujada
una sonrisa apaisada en el alma
mayor que la inmensidad hasta su origen.
Al parecer no le afecta nada
de lo que a la gente corriente
nos tiene con el alma en vilo:
los corruptos que acusan de corrupción,
la dificultad para acceder a la vivienda
y la edad a la que se emancipan,
las listas de espera
cuando la salud hace mudanza,
el precio del aceite o del combustible…
Nadie ve la mota en ojo ajeno,
pero qué difícil es enhebrar la aguja
cuando en lugar de una leve pavesa
es una viga que nos apuntala.
Estos no. Estos están acostumbrados
y pasan los días con bien poco, pero
¿y nosotros? ¿Qué va a ser de nosotros?
Lo de la sonrisa entiendo que es por el hecho de que han pasado tanto en su trayecto hasta llegar aquí, que incluso hasta la muerte les hace sonreir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo escribía en la intimidad de mi escritorio, pero le seguía mirando a su cara. Él sabe su drama, pero no lo exterioriza.
EliminarUn abrazo.
Busca la forma de ganarse algún dinero, aunque me da la impresión, que pocas personas le compran.
ResponderEliminarUn abrazo.
De momento no tiene "papeles", no puede ser contratado para trabajar... Todavía no es persona.
EliminarUn abrazo.
Siempre me llama la atención esa sonrisa y se la devuelvo con creces.
ResponderEliminarSiempre se muestran muy agradecidos.
EliminarUn abrazo.