Pasa el barrendero municipal
con una sopladora en ristre,
y con energía de voz militar
va mandando romper filas:
las hojas se desplazan de sopetón
en busca de otro acomodo,
para ser sopladas de nuevo.
Pasa un guardia municipal
junto al emigrante que vende en la acera
y en vez de soplar de ira y requisar,
mira distraídamente al tráfico rodado.
Pasadas las lluvias, creció tanto el arroyo
que ahora no es posible vadearlo:
a veces sopla un viento incómodo,
otras hay ojos que miran sin ver,
y las más de las veces
no es posible sortear la adversidad.
Cierto que no es posible sortear la adversidad pero si se puede aprender a vivir con ella . Saludos
ResponderEliminarLa adversidad es una constante que a veces atacamos, otras veces, evadimos y terminamos conviviendo con ella, acostumbrados a ella.
ResponderEliminarUn abrazo de anís.
Charo tiene mucha razón.
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