Ya era hora de acostarnos,
sonaba en la radio una balada
y nos miramos buscándonos
como medio siglo atrás.
La casa estaba a oscuras
y era más perceptible el brillo en tus ojos.
Por la ventana,
un fanal de la farola de la calle
atravesaba la escena.
Te rodeé con mis brazos
queriendo no dejar escapar el momento.
Titubeante tú, torpe yo,
lo aplazamos todo con una sonrisa;
abrazados, sentíamos que bailábamos
con muy escasos movimientos.
La balada, como casi todas, hablaba de ti y de mí,
de nosotros…
De aquellos jóvenes que ahora ancianos
miraban para atrás
y veían sus sueños cumplidos.
Felicidades por los sueños cumplidos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Emilio. Espero que los tuyos se hayan cumplido también.
EliminarUn abrazo.
Es bueno renovar el sentimiento, que al fin y al cabo es lo más duradero, Francisco...La música nos enriquece por dentro y nos acerca los unos a los otros...Digamos que, nos eleva al cielo... y de vez en cuando es bueno olvidarnos de nuestra realidad, tan escasa de educación y valores...
ResponderEliminarMi abrazo y feliz fin de semana
Es verdad, María Jesús, son los sentimientos los que son capaces de derribar fronteras y situaciones impensables.
EliminarUn entrañable abrazo.
De acostarnos aún no será hora, pero si va siendo ya hora de cenar.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Nadie sabe el momento como uno mismo, Antonia.
EliminarUn abrazo.