Mañanita de otoño,
despejada y clara;
el sol no hiere,
cruza apaisado el paisaje
en tanto se levanta.
También se cruza una rama leñosa
de hojas ocres
por mi ventana.
El verde de la hierba
es caricia en el camino,
y es cántico y renovación,
es vida a la vida.
El arroyo, enmudecido durante meses,
baja entonando una cancioncilla
y el pastor ensaya una sonrisa
tan grande como su boina.
Cuando la vida se renueva,
se emplaza y ratifica,
se alarga generosamente la esperanza:
otoño, tiempo de recogida
tiempo de frutos.
Aun no se si ha terminado el verano, dicen que ya toma, veremos.
ResponderEliminarUn abrazo.