Mañanita de otoño,
despejada y clara;
el sol no hiere,
cruza apaisado el paisaje
en tanto se levanta.
También se cruza una rama leñosa
de hojas ocres
por mi ventana.
El verde de la hierba
es caricia en el camino,
y es cántico y renovación,
es vida a la vida.
El arroyo, enmudecido durante meses,
baja entonando una cancioncilla
y el pastor ensaya una sonrisa
tan grande como su boina.
Cuando la vida se renueva,
se emplaza y ratifica,
se alarga generosamente la esperanza:
otoño, tiempo de recogida
tiempo de frutos.
Aun no se si ha terminado el verano, dicen que ya toma, veremos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto que todavía hace calor, pero ya han empezado los síntomas del otoño: la naturaleza tiene buena memoria y la aplica.
EliminarUn abrazo.
El otoño desde tu vista luce mucha belleza. Tengo la fortuna de estar cerca de tus poemas.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué linda eres, Sara! Es verdad que he procurado hacerlo bonito, pero creo que se ajusta a la realidad con un pellizco de fantasía.
EliminarUn abrazo.
Que bonito poema al otoño. Sin embargo por aquí llueve y hace viento, no es tan apacible en estos días.Saludos
ResponderEliminarMe gustas observar esas diferencias y es cierto que España es muy diferente de sur a norte y de este a oeste; pero cada cosa tiene su belleza, Charo.
EliminarCierro los ojos y me imagino todo lo que has descrito en tu poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
De eso se trata, Antonia, de contemplar y de imaginar.
EliminarUn abrazo.
Otoño colorido, esperanzador y fructífero...Me encanta el otoño, siempre me gustó, Francisco...tanto como tu poema.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz otoño.
Yo también tengo un deleite especial por el otoño, María Jesús. Es más, me encanta que cada estación esté bien marcada y diferenciada en sus rasgos de la anterior y de la que le sigue. ¿Cuál no es preciosa? Preguntémosle a Vivaldi si no son las cuatro obras maestras.
EliminarUn abrazo musical.