Un cometa es una estrella
muy tímida, se azora con prontitud
y hasta llega a angustiarse
por cualquier nimiedad.
Esa noche estaba el cielo
cuajado de fulgores, despejado y rotundo;
entre lo recóndito y lo oscuro
surgían a lo lejos ejércitos de puntos luminosos
que se multiplicaban en cascada
y lo llenaban todo de misterio.
Desde su recogimiento interior,
notó cómo se avergonzaba
y el pavo le subía a su rostro
sin poder disimular su acaloramiento:
se le encendió el rostro,
se soltó el cabello
y salió de su escondrijo a toda velocidad
como no lo había hecho
por más de setenta años.
Su cola de fuego y luz
será recordada, al menos,
por otros quince largos lustros.
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