Este día nació entre bostezos
con irisaciones grises,
casi opacas,
pero pronto se desperezó del lastre cansino
y nació la luz entre alborozos,
como nace la esperanza
o una chispa iluminada
del choque violento de dos trozos de pedernal.
Se echó por los hombros la capa azul,
la de los días solemnes,
y hasta los seres más diminutos
salieron de sus escondrijos
para contemplar el espectáculo.
Cuando no cabía mayor asombro
ni alborozo,
bajaste la escalera a sabiendas de la sobreactuación
y el glamour desbordó al día
por la puerta de servicio.
Eras un manantial de agua burbujeante y pura,
el relumbrón que todo lo despeña
por los atajos de lo superfluo,
el racimo de todo lo sutil de todas las apetencias,
el alfa y la omega que había visto en sueños;
por eso me fue fácil identificarte
y anclarme a ti con vínculo eterno.
Este día nació entre bostezos
con irisaciones grises,
casi opacas,
pero pronto se desperezó del lastre cansino
y nació la luz entre alborozos,
como nace la esperanza
o una chispa iluminada
del choque violento de dos trozos de pedernal.
Se echó por los hombros la capa azul,
la de los días solemnes,
y hasta los seres más diminutos
salieron de sus escondrijos
para contemplar el espectáculo.
Cuando no cabía mayor asombro
ni alborozo,
bajaste la escalera a sabiendas de la sobreactuación
y el glamour desbordó al día
por la puerta de servicio.
Eras un manantial de agua burbujeante y pura,
el relumbrón que todo lo despeña
por los atajos de lo superfluo,
el racimo de todo lo sutil de todas las apetencias,
el alfa y la omega que había visto en sueños;
por eso me fue fácil identificarte
y anclarme a ti con vínculo eterno.
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