Recuerdo que mi calle
tenía otro nombre rotulado
y sobrevenido
que nadie pronunciaba,
pero le llamábamos de la Fuente
y ahora es nombre propio.
Era muy empinada
y el suelo era de piedras.
En mi infancia las piedras
estaban muy a mano,
de ahí esta jura
como segunda coronilla.
Las fachadas eran de piedra y barro,
pero muy gruesas
y enjalbegadas de un blancor impoluto,
donde el tesón de las madres
daba el do de pecho.
Las puertas eran un artificio,
siempre abiertas y,
por las noches,
las sillas se sacaban a la calle
en amena asamblea abierta.
En un tiempo de escasez,
mi calle olía a pan
y era encuentro recreativo
donde se jugaba infinitamente.
Habían pocas cosas que guardar,
de ahí lo de las puertas sin oficio,
pero la felicidad corría calle abajo
como corría el agua
los días de lluvia por entre los guijarros.
Hoy los vecinos ni se conocerán seguramente.
ResponderEliminarUn abrazo.
También en el pueblo han cambiado las relaciones y las puertas están bien ancladas, pero sí queda algo en el de las personas, claro que sí.
EliminarUn abrazo.
Mi calle era bastante llana. Lo que más recuerdo, es el día de la Candelaria en donde se hacía una hoguera en un extremo de la calle y que estaba bastante cercano a mi vivienda. Me lo pasaba muy bien, en el corro que se hacía alrededor de ella, junto a mis amigas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si entráramos en pormenores, Antonia, nuestras vivencias serían muy similares. Creo que corresponden a ese tiempo y que ahora es todo distinto.
EliminarUn abrazo.
Me has hecho rememorar mi infancia qué felices éramos en esas calles.
ResponderEliminarPrecisamente en ese tono le he contestado a Antonia, que corresponde a una época pasada y ya nada es igual.
EliminarUn abrazo.
Las calles de la infancia siguen vivas en el alma, Francisco...El aire fresco, la convivencia, la alegría y el juego se alternaban del día a la noche...Hoy a falta de valores humanos se impone el silencio y se cierran las puertas...
ResponderEliminarMi abrazo siempre, amigo poeta.
Esa misma viveza es la que me ha hecho regresar a ella y verme y sentirme por unos instantes en la niñez de aquel tiempo.
EliminarUn abrazo.